Le oía trastear con cajas de Cd
hasta que pude escuchar una música clásica de fondo, reconocí que tenía
buen gusto. Íbamos en silencio cuando carraspeo.
-quítate las bragas
- ¿Cómo?
_ Dame tus bragas. Ahora.
No reaccione, me quede helada,
pero al instante sin saber porque me arquee en el sillón y deje que mis bragas
resbalasen hasta mis tobillos, las cogí y estire las manos hacia la
izquierda para dárselas.
El las recogió de mis manos,
sentí sus dedos firmes aferrarlas. Y en un susurro me dijo:
—Gracias, a partir de este
momento, harás únicamente cuanto yo diga, si te pido u ordeno algo lo
ejecutarás de inmediato y sin protestas. Puedes en este momento no aceptar esta
condición, si lo haces daré media vuelta y te dejare donde te recogí, si
aceptas gozarás como nunca antes lo has hecho. Tu única obligación es
obedecerme. ¿Te llevo donde te coja o sigo camino? Me dijo con esa voz suya ya
en un tono menos de susurro por lo que puede notar mejor el tono de su voz,
masculina y penetrante. No sé como seria lo demás pero esa voz me cautivo.
Moví la cabeza como si quisiera despejarla y le dije continua, acepto.
Después fuimos en silencio, escuchando música. Debimos de recorrer al
menos 50 km, claro que como llevaba los ojos vendados no sabía a ciencia cierta
cuanto tiempo paso. Empecé a inquietarme y el debió de notarlo porque muy
dulcemente y en un tono muy agradable me dijo que ya estábamos llegando, que no
me preocupara. Y así fue, sentí como paraba el coche, se bajaba y se dirigía a
mi lado para abrirme la puerta y ayudarme a salir. Le di las gracias y el
cogiéndome por la cintura me movió por lo que a mi parecer era un suelo
pavimentado, en piedra o losa, como un camino de entrada a algún sitio.
Le oí tocar a la puerta dos veces
y un cerrojo que al otro lado se corría. Dejando solo el sonido de una puerta
chirriona que se abría y una voz que decía buenas mechos Señor le
esperábamos. Al traspasar la puerta note un frio que calaba mis huesos,
no sé si por el frio que allí se respiraba o porque empecé a ser realmente
consciente de que aquello podía ser una locura. Pero el adelantándose a mis
pensamientos me susurro al oído, tranquila estas en las mejores manos, no
dejare que nada malo te suceda. Ahora eres mía
Y sentí como un espasmo recorría
mi cuerpo y mi respiración se aceleraba, el acerco su cara a mi cuello cerca de
mi oído me respiro, sentí como su mano se cernía mas sobre mi cintura y oí su
respiración algo jadeante. Eres mía, solo mía y para mi disfrute, harás todo lo
que yo te diga, recuerda que estas aquí voluntariamente y que puedes irte
cuando lo desees, pero si no haces lo que te diga, lo que sea no volverás a
saber nunca más de mi y nunca sabrás lo que podrías haber sentido. Me cogió de
la mano y tiro de mi con cuidado llevándome no sé dónde.
De pronto sentí calor, debíamos
haber entrado en otra sala y allí hacía calor, se oía el crepitar del fuego,
debía de haber una chimenea pues el olor a madera quemada envolvía mis
sentidos. Me quito la venda de los ojos. El estaba detrás de mí, fui incapaz de
mirar paralizada.
La sala era amplia, las paredes
de piedra de pizarra, las paredes cubiertas por tela roja con unos apliques
dorados terminados en unos grandes velones que derramaban cera sobre el suelo
frio de piedra gris. Una alfombra roja con unos dibujos que no entendía
dibujados en negro y una mesa de madera robusta junto con un sofá de orejeras
cubrían la parte del fondo de la sala
A la izquierda en la pared
sobresalían unas grandes arandelas y un poco mas allá había
un recuadro de esos que se usan para las herramientas, pero lejos de tener
destornilladores o martillos tenia cosas que no sabía ni que eran,
látigos, fustas, arneses de todo tipo, cadenas, y artefactos a los que no
sabría dar utilidad. A la derecha al lado de la chimenea había una
especie de pequeño mostrador o barra de bar. En él una bandeja llena de licores
y otra con vasos y una cubitera. Al otro lado de la barra una pequeña nevera y
encima unos cuantos botes de cristal con frutos secos variados y cerrados como
si de confitura se tratara de las abuelitas. Con una telita de cuadros roja y
blanca y un lazo rojo para cerrarla.
Eres muy guapa dijo mi
acompañante, aquí a la luz del fuego se aprecia mejor tu figura, tu pelo
brilla. Eso es de mi agrado. Entonces le oí andar y ponerse frente a mí, mi
corazón dio un brinco. Era un hombre muy atractivo. Alto, pero no
excesivamente. Moreno con un corte de pelo moderno pero elegante, con canas que
le hacían muy interesante, sus ojos de un azul intenso y profundo, sus labios
carnosos pero con cierta finura en su dibujo, de manos grandes pero muy
cuidadas, sus uñas de cine. Llevaba un suéter negro ajustado que dejaba ver el
dibujo de un esplendido torso achocolatado. Un pantalón de vestir negro con un
cinturón negro con hebilla plateada. Sus zapatos negros de vestir, de
punta elegante y brillante como recién comprados. Y como complemento un anillo,
un sello con un rubí en su mano derecha. Parecia sacado de un sueño. Me
estremecí y me alegre de haberle seguido.
Continuara...
Isaboa
Isaboa
Hola Isaboa,
ResponderEliminarcómo continuará? =)
ufff, creo que debo dejar que se junten un par de partes, esto de la intriga me está matando!
lei licores... mmmm interesante =)
esperaré a la 4ta!
bonita noche
besitos
bonita noche cielo y gracias por tu visita.La proxima sera mas calentita jjjjjjjj besitos
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