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sábado, 22 de diciembre de 2012

Cita a ciegas 6º parte




Voy a prepararle un vaso nuevo de wisqui, aun estoy temblando, mi cuerpo aun siente sus manos, aun le deseo. Mientras preparo el vaso le escucho trastear detrás de mí. Echo la vista y le veo que no sé cómo ni de dónde ha salido una cama de la pared de la izquierda a un lado de las herramientas. Es una cama de 1,20 en la que solo hay un colchón y una sabana roja a juego con las paredes. En el frente y a cada lado de la cama hay una pequeña barra.

A qué esperas, ven aquí muñeca que tu dueño tiene sed. Yo abro los ojos sorprendida por sus palabras cuando él me da un beso profundo como el de antes, lleno de deseo, de sexo y me pierdo, me agarra por la cintura coge el vaso le da un par de sorbos y lo deja en la mesita. Me gira me pone de espaldas a él y me levanta el pelo con una mano mientras la otra tira de mi cintura hacia él. Entonces siento su miembro detrás de mí, duro y haciendo pequeños movimientos bajo su pantalon. Empieza a devorar mi cuello. Lo lame, le da pequeños mordiscos que aunque molestos y algo dolorosos me excitan y siento como entre mis piernas el flujo me moja. Hace lo mismo con mis hombros como si me quisiera devorar y la mano que sujeta mi cintura se desliza por mi vientre hasta llegar a mi pubis donde su mano se abre como una araña y lo acapara hundiendo su mano en el y alzándome levemente con el movimiento. Le escucho respirar en mi oído, su respiración caliente en mi oído hace que sienta un pequeño mareo de placer. Suelta mi pelo y esa mano se va a mis pechos, amasándolos como panadero. Estoy excitadísima tanto que sin darme cuenta he abierto mis piernas para darle más acceso a mí. Le oigo sonreír en mi cuello como un diablillo al que le dan pie a sus travesuras. Entonces me acerca a la cama y me deja caer muy lentamente boca abajo, me coge de la cintura y me levanta de esta, dejándome a cuatro patas, me coge de las manos y las estira hacia adelante, dejándome en una posición que parece de suplica. Mi cuerpo se deja hacer, quiere sentirle, le deseo tanto. Quiero que juegue conmigo, que me penetre, quiero sentirle dentro de mí, estoy tan excitada. Le veo que se dirige a donde están las herramientas, me dije que baje la cabeza, que la ponga entre los brazos, obedezco. Le oigo abrir y cerrar un cajon. Esta de nuevo detrás de mí. Me estremezco cuando recorre mi cuerpo con sus dedos. Después noto como me coloca el pañuelo de seda de nuevo en los ojos, y empieza a tocarme las nalgas con una mano mientras la otra agarra mi barbilla. Noto como va metiendo su dedo gordo en mi ano despacio girándolo mientras con los otros juega en mi vagina y con mi clítoris. Me estremezco de placer mientras mi clítoris se pone duro bajo sus dedos, estoy a punto de tener un orgasmo cuando para y saca los dedos, los acerca a mi boca.

Lámeme, chúpame los dedos y piensa en lo que voy a hacerte ahora, imaginalo. Uno a uno lamo los dedos que ha sacado de mi sexo, de mi culo. Mi boca engulle sus dedos hasta dejarlos limpios, entonces se pone al otro lado y escucho el ruido de un tubo vaciándose en mi ano. Imagino entonces que va a sodomizarme y me recorre un escalofrió por el cuerpo mientras no dejo de jadear y mi respiración se acelera en la espera. Entonces noto como algo duro me penetra, pero no es el puesto que me sujeta a un lado de la cama, es algo grueso y largo, puntiagudo, lo mete y lo saca despacio, no siento dolor solo placer, entonces lo saca y le oigo coger algo de la pared. Vuelve a meterme el dedo gordo, a moverlo dentro de mí como si calibrara el espacio que tiene y entonces sí que siento que algo más ancho me penetra, siento algo de dolor. No te muevas me dice y me acaricia la espalda mientras va metiendo el objeto mas dentro de mí. Cuando lo tengo metido me coge de la cintura me levanta me apoya en él y me lleva a cuestas hasta la barra, allí me sienta y entonces siento como el resto de lo que tengo en mi ano me penetra, emito un leve sonido de dolor y el entonces estrecha su boca en mi boca y me besa. Después se separa de mí. No puedo verle pero noto su mirada, el silencio es absoluto. Se me acelera la respiración. Me separa las piernas y me mete un dedo en la vagina.

-Estas empapada.
Siento como hunde su cabeza en mí, siento su pelo en mis nalgas, oigo como se desabrocha el cinturón, como abre la cremallera de su pantalón, como cae bajo sus piernas, se los quita. Le imagino desnudo con su miembro a punto de explotar. Noto como su lengua recorre mi sexo, como juega con mi clítoris que impaciente sale a su encuentro, su lengua explora dentro de mí, me empapa. De pronto aparta su cabeza y me coge por la cintura con sus manos, deja caer mi cuerpo despacio hasta poner mis piernas en su cadera y siento como su sexo empieza a penetrarme mientras lo que tengo metido en mi culo hace un movimiento hacia abajo al entrar el grueso de su sexo en mi vagina, produciéndome un placer infinito y nuevo para mí. El me embiste como si quisiera traspasarme sube y baja mi cuerpo sin parar. Oigo su respiración agitada e imagino su cara, sus ojos vueltos de placer.

continuara...

Isaboa







jueves, 13 de diciembre de 2012

Cita a ciegas 5ª Parte



Mi respiración empezó a acelerarse sobre todo cuando le oía respirar profundamente como si quisiera respirar a través de mi piel. Instintivamente  arquee mi espalda  un poco hacia atrás junto con mi cuello. En ese momento siento como una de sus manos, sus dedos se hunden en mi sexo, jugueteando en el buscando no se qué, pero haciéndome sentir tanto que  las piernas me tiemblan sus dedos juegan dentro de mi vagina, en mi clítoris, entran y salen dan vueltas y vueltas como si sus dedos bailaran dentro de mí y me siento enloquecer, empiezo a desearle a querer tenerle en mi,  su otra mano me agarra de los glúteos los aprieta y siento incluso cierto dolor cuando lo hace, pero es tanto lo que estoy sintiendo con su otra mano que no puedo decir nada solo gemir y cerrar los ojos deseando que no pare de hacer lo que está haciendo. Tengo un orgasmo, pero él no para continua tocándome. De pronto siento que su mano deja de tocarme por un momento y escucho el tintineo de su vaso, imagino que esta bebiendo, no deseo abrir los ojos, su otra mano sigue tocando mi culo, masajeándolo. Voy a abrir los ojos para mirarle y en ese instante siento algo extraño en mi vagina, Siento  algo frio duro  algo que me ha metido dentro, y de pronto otra vez, hasta que caigo en la cuenta por lo frio. Me está metiendo hielos en la vagina. Pero lejos de sentir frio  he empezado a sentir  calor y una sensación muy placentera. El mete sus dedos  y juega con los hielos dentro de mí, a veces los saca y masajea mi clítoris haciendo círculos. Entonces siento que otro orgasmo me llega, y siento como para de masturbarme, aprieta mi clítoris hacia dentro con uno  de sus dedos, mi éxtasis se frena y con él la llegada de mi orgasmo, pero siento algo nuevo que nunca había sentido antes, algo que no puedo explicar como si me alargaran el placer. Deseo que me siga tocando y así lo hace de repente, comienza de nuevo a mover sus dedos con tal maestría que me siento llegar  de nuevo pero el vuelve a parar, siento convulsiones en mi cuerpo, el me sujeta con sus dos manos haciendo pinza entre mi vagina y mi culo y  continua tocándome pero más violentamente y yo me vuelvo loca en una subida de éxtasis que no deseo que pare. Siento que llego y él lo nota en mi respiración y espero que el pare de nuevo pero no lo hace continua y siento el orgasmo más fuerte de mi vida y con él una sacudida de agua que resbala por mis muslos, entonces me coge por las caderas me levanta y él se echa para atrás en el respaldo del sillón dejando mi sexo frente a su boca que  en un momento saborea la fuente que emana de mi interior como si fuese un  caminante sediento , de cintura  para adelante mi cuerpo cuelga detrás del sillón, estoy como perdida, mi respiración sigue agitada y mi cuerpo lejos de relajarse aun sigue sintiendo una explosión de placeres mientras su boca  succiona  mi clítoris, su lengua lame cada centímetro del interior de mis muslos, de mi clítoris, de mi vagina como si lo que brotara de mi fuera tan valioso que no pudiera desaprovechar ni una gota. Cuando  me ve lo suficientemente seca comienza de nuevo a lamerme a introducirme los dedos, a darme pequeños y grande lametones. Siento que uno de sus dedos mojados por mi vagina intenta entrar en mi ano. Lo hace despacio con sumo cuidado. Me estremezco, le deseo quiero que me tome, que me posea. Entonces me levanta me deja de pie frente a él y me da su vaso vacio. Ve a llenarlo me dice.
continuara...

Isaboa

Cita a ciegas 4º parte





Ahora voy a sentarme en mi sillón, cuando lo haga tú te desnudaras muy despacio. Solo quiero que te quedes con las medias y los zapatos. Iba a abrir la boca y decirle que ni hablar cuando de pronto acerco su cara a la mía y me soltó un beso apasionado que me dejo muerta. Uff como besaba. Me puso dos dedos en los labios y me dijo. Recuerda harás todo lo que yo te diga o te enviare de regreso. Se dio la vuelta y se dirigió a su sillón, se acomodo y me dijo. Adelante, empieza. Yo no sabía si mandarle a la porra e irme  de allí o que hacer, por un lado la situación me daba muchísimo morbo, el beso me había encantado y bueno que tenía aquello de diferente a conocer a alguien en un pub y acabar en la cama. Era guapo, fuerte, su voz era preciosa y tenía algo electrizante en su mirada que me dejaba kao.
Respire hondo, las braguitas se las había dado en el coche y por cierto ahora que me fijaba las tenía en la mano dentro de su puño cerrado, poco mas tenía que quitarme. Le miraba y él me miraba y me hacia un gesto con la cabeza como diciendo estoy esperando. Al ver que no me desnudaba me dijo. ¿Que te ocurre sientes vergüenza? No te preocupes yo no te mirare como cualquier hombre lo haría. Yo miro mas allá de tus pechos o tu sexo yo mirare dentro de ti hasta colarme tan dentro que no podrás estar sin tenerme dentro. Y poniendo una voz un tanto más fuerte y con más carácter me dijo: vamos no me hagas esperar y enfadar  o tendré que empezar a educarte de otra manera. Su voz fue como si apretaran un resorte en mí y me vi desabrochando los botoncitos del vestido y subiéndomelo por encima de los hombros para quitármelo quedándome en sujetador  y con las medias y los zapatos. Pero lejos de ver su mirada en mi sexo el no despegaba su mirada de la mía, como si me escrutara buscando en mi mente, tratando de leer mis pensamientos. Sigue dijo esta vez con un tono más bajo, - lo estás haciendo muy bien- Desabroche mi sujetador y despacio lo aparte de mi piel, dejando al aire mis pechos  que tenían los pezones duros y erectos. Mi excitación era más que visible por lo que me sonrojé y el sonrió.
Muy bien lo has hecho muy bien ahora ve a la barra y prepara para tu Dueño un whisky con hielo y tráemelo. Así lo prepare y me acerque a llevárselo. Él lo cogió con una mano y con la otra se hizo un gesto para que me pusiera delante de él al lado de la mesita.
-me gustas continuo diciéndome el, mientras acariciaba mis bragas entre sus dedos, me gustan tus pechos, y tu culo y ese sexo que seguramente sabrá dar mucho placer. Quiero hacerte gozar como nunca antes has gozado y como estoy seguro que deseas, pero si  no me haces caso, si en cualquier momento me desobedeces o no cumples mis deseos serás severamente castigada y no recibirás nada de mí. Te perderás cosas que ni hubieras imaginado sentir. Dejo el vaso en la mesa y  mi braguita, puso  las manos en mis caderas y me atrajo hacia sí.
Comenzó a besarme alrededor del ombligo, bajo el, unos besos suaves en los que no solo usaba los labios sino también su interior y la lengua, después lamia mi vientre y sus manos se deslizaban por mis caderas hacia mis muslos, después ascendían de nuevo y acababan en mi cintura y con un golpe seco me acercaba más a su cara me sumergía en mi vientre. Empezó a bajar la cara y su lengua rozaba mi monte de Venus, sentía unas cosquillas enormes, pero a la vez  escalofríos y un fuerte deseo.
continuara...

Isaboa


martes, 11 de diciembre de 2012

Cita a ciegas 3º parte.








Le oía trastear con cajas de Cd hasta que  pude escuchar una música clásica de fondo, reconocí que tenía buen gusto. Íbamos en silencio cuando  carraspeo.
-quítate las bragas
- ¿Cómo?
_ Dame tus bragas. Ahora.
No reaccione, me quede helada, pero al instante sin saber porque me arquee en el sillón y deje que mis bragas resbalasen hasta mis tobillos, las cogí y  estire las manos hacia la izquierda para dárselas.
El las recogió de mis manos, sentí sus dedos firmes aferrarlas. Y en un susurro me dijo:
—Gracias, a partir de este momento, harás únicamente cuanto yo diga, si te pido u ordeno algo lo ejecutarás de inmediato y sin protestas. Puedes en este momento no aceptar esta condición, si lo haces daré media vuelta y te dejare donde te recogí, si aceptas gozarás como nunca antes lo has hecho. Tu única obligación es obedecerme. ¿Te llevo donde te coja o sigo camino? Me dijo con esa voz suya ya en un tono menos de susurro por lo que puede notar mejor el tono de su voz, masculina y penetrante. No sé como seria lo demás pero esa voz me cautivo.  Moví la cabeza como si quisiera despejarla y le dije continua, acepto. Después fuimos en silencio, escuchando música. Debimos de recorrer  al menos 50 km, claro que como llevaba los ojos vendados no sabía a ciencia cierta cuanto tiempo paso. Empecé a inquietarme y el debió de notarlo porque muy dulcemente y en un tono muy agradable me dijo que ya estábamos llegando, que no me preocupara. Y así fue, sentí como paraba el coche, se bajaba y se dirigía a mi lado para abrirme la puerta y ayudarme a salir. Le di las gracias y el cogiéndome por la cintura me movió  por lo que a mi parecer era un suelo pavimentado, en piedra o losa, como un camino de entrada a algún sitio.
Le oí tocar a la puerta dos veces y un cerrojo que al otro lado se corría. Dejando solo el sonido de una puerta chirriona que se abría y una voz que decía buenas mechos Señor le esperábamos.  Al traspasar la puerta note un frio que calaba mis huesos, no sé si por el frio que allí se respiraba o porque empecé a ser realmente consciente de que aquello podía ser una locura. Pero el adelantándose a mis pensamientos me susurro al oído, tranquila estas en las mejores manos, no dejare que nada malo te suceda. Ahora eres mía
Y sentí como un espasmo recorría mi cuerpo y mi respiración se aceleraba, el acerco su cara a mi cuello cerca de mi oído me respiro, sentí como su mano se cernía mas sobre mi cintura y oí su respiración algo jadeante. Eres mía, solo mía y para mi disfrute, harás todo lo que yo te diga, recuerda que estas aquí voluntariamente y que puedes irte cuando lo desees, pero si no haces lo que te diga, lo que sea no volverás a saber nunca más de mi y nunca sabrás lo que podrías haber sentido. Me cogió de la mano y tiro de mi con cuidado llevándome no sé dónde.
De pronto sentí calor, debíamos haber entrado en otra sala y allí hacía calor, se oía el crepitar del fuego, debía de haber una chimenea pues el olor a madera quemada envolvía mis sentidos. Me quito la venda de los ojos. El estaba detrás de mí, fui incapaz de mirar paralizada.
La sala era amplia, las paredes de piedra de pizarra, las paredes cubiertas por tela roja con unos apliques dorados terminados en unos grandes velones que derramaban cera sobre el suelo frio de piedra gris. Una alfombra roja con unos dibujos que no entendía dibujados en negro y una mesa de madera robusta junto con un sofá de orejeras cubrían la parte del fondo de la sala
A la izquierda en la pared sobresalían  unas grandes arandelas   y un poco mas allá había un recuadro de esos que se usan para las herramientas, pero lejos de tener destornilladores o martillos  tenia cosas que no sabía ni que eran, látigos, fustas, arneses de todo tipo, cadenas, y artefactos a los que no sabría  dar utilidad. A la derecha al lado de la chimenea había una especie de pequeño mostrador o barra de bar. En él una bandeja llena de licores y otra con vasos y una cubitera. Al otro lado de la barra una pequeña nevera y encima unos cuantos botes de cristal con frutos secos variados y cerrados como si de confitura se tratara de las abuelitas. Con una telita de cuadros roja y blanca y un lazo rojo para cerrarla.
Eres muy guapa dijo mi acompañante, aquí a la luz del fuego se aprecia mejor tu figura, tu pelo brilla. Eso es de mi agrado. Entonces le oí andar y ponerse frente a mí, mi corazón dio un brinco. Era un hombre muy atractivo. Alto, pero no excesivamente. Moreno con un corte de pelo moderno pero elegante, con canas que le hacían muy interesante, sus ojos de un azul intenso y profundo, sus labios carnosos pero con cierta finura en su dibujo, de manos grandes pero muy cuidadas, sus uñas de cine. Llevaba un suéter negro ajustado que dejaba ver el dibujo de un esplendido torso achocolatado. Un pantalón de vestir negro con un cinturón  negro con hebilla plateada. Sus zapatos negros de vestir, de punta elegante y brillante como recién comprados. Y como complemento un anillo, un sello con un rubí en su mano derecha. Parecia sacado de un sueño. Me estremecí y me alegre de haberle seguido.
Continuara...

Isaboa




domingo, 9 de diciembre de 2012

Cita a ciegas 2º parte




Cerré el chat, el PC y me fui al baño. Fue cuando pensé que estaba medio loca, pero que narices a veces hay que hacer locuras y esa semana había sido de lo más aburrida. Me di una buena ducha, después me embadurne el cuerpo de aceite de chocolate, deje que mi piel se impregnase y me seque. Fui al dormitorio y busque en mi lencería. No sabía que ponerme si ir de negro, que es elegante y sexy o de blanco sexy pero más inocente, al final me decidí por el blanco. Ya que busque en el armario y decidí ponerme un vestido de gasa vaporoso de color beige con florecitas azules y malvas. De cintura entallada y de amplio vuelo aunque corto por encima de las rodillas. Me puse unas sandalias altas azul celeste, en el mismo tono que el cinturón de tela del vestido. Cubrí una de mis muñecas de pulseras plateadas, en la otra coloque un reloj atado con tela azul y cubrí mis dedos de anillos plateados finos y ligeros. Esa misma tarde había pintado mis uñas en marfil con manicura francesa. Mis orejas con pendientes pequeñas de agua marinas. El pelo suelto con un medio recogido al lado izquierdo del cabello. Unas gotas de perfume. Mi boca impoluta, limpia y blanca. Y mi rostro maquillada suavemente con tonos pastel y tan solo brillo permanente en los labios. Me encontraba perfecta. Salí de casa y decidí ir andando, ese sitio no estaba lejos e iba con tiempo. Por el camino mi mente no dejaba de pensar, Estoy loca no sé ni cómo es, y si es un tío canijo, y si es horrible, o un zumbado, mira que estoy loca. En fin siempre puedo despedirme e irme. A la hora convenida me encontraba llegando a la puerta de Brouní, me puse a mirar a ver si deslumbraba a alguien esperando. No se veía a nadie, aparte de un grupo de chicos que debían de estar haciendo tiempo para entrar o esperando a alguien. Me puse cerca de ellos a esperar, si en un rato no venia entraría y me tomaría algo por mi cuenta sin más. Uno de los chicos se acerco a mí y me dijo: eres Dama? Me quede mirándole perpleja, era demasiado joven. Le dije si y me dijo alargando su mano y dándome un sobre, esto es para ti, de parte de tuareg, me dijo que lo leyeras.


Cogí entre mis manos el sobre, seguramente el se había arrepentido y era la disculpa, la excusa para no venir. Lo abrí y leí.


Querida Dama, veo que estas esperándome, no esperaba menos de ti, mi instinto nunca me falla. Ahora empieza el deshielo, a partir de este momento mi voluntad será tu voluntad. Harás todo aquello que yo te diga sin rechistar, TODO. Si en cualquier momento no deseas seguir, serás libre de coger y marcharte sin más, pero si quieres quedarte deberás hacer todo aquello que yo te diga y como te lo diga.


Mi primer deseo es que vayas hacia la esquina de tu derecha, allí hay una ventana con barrotes, en uno de ellos encontraras un pañuelo negro, lo cogerás y te lo pondrás en los ojos, oirás un coche parar, yo bajare y te abriré la puerta del coche, te ayudare a entrar en él, a partir de ese momento no hablaras a no ser que yo te pregunte o te diga que puedes hacerlo, si lo haces todo terminara ahí. Te dejare 10 minutos para que lo pienses. Recuerda que harás todo lo que yo te pida sin rechistar. Serás mía, si decides irte no pasara nada si te quedas yo romperé tu hielo y acabaras desecha en mis brazos deseando mucho mas.


Cerré el sobre mire alrededor intentando encontrar al dueño de la misiva. Miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza. ¿Y si es un loco, un demente? ¿Cómo que hare lo que él quiera? ¿Pero que se habrá creído el gilipollas? ¿? Ni que fuera un dios? Sera prepotente. Pero me sentía húmeda, mi cuerpo estaba excitado ante lo desconocido, la letra era bonita, cultivada. Hacía mucho que no sentía una sensación así, era morboso, y mi cuerpo estaba encendido como pura candela. Era eso o tomar una copa aburrida, aguantar seguramente a algún tipo al que mandaría después a freír espárragos, eso o bucear en lo desconocido. Dejarme llevar y entrar en su juego. Parecía muy seguro de sí mismo y sobretodo parecía muy seguro de poder doblegarme y manejarme. Eso me hizo estremecer, mire el reloj, llevaba 7 minutos dándole vueltas. Era el momento de tomar una decisión. Respire hondo y me dirigí hacia la ventana, efectivamente allí había un pañuelo negro. Mire alrededor como última esperanza de encontrarle y para cerciorarme de que no había nadie mirando. Me ate el pañuelo alrededor de los ojos y me quede allí quieta escuchando. Es curioso como cuando uno carece de visión se acentúan otros sentidos. Allí estaba yo quieta percibiendo mi respiración agitada, a lo lejos escuchaba gente hablando y oía algunos vehículos pasar cerca, pero ninguno paraba, me estaba impacientando cuando de pronto oí un motor parar cerca y el ruido de una puerta abrirse y cerrarse. Escuche pasos y sentí como una fuerte mano me cogía de la mía. Mi cuerpo tembló de pronto y oí cerca de mí oído en un susurro casi imperceptible: tranquila ya estoy aquí, ya estas a salvo, y con delicadeza acerco la otra mano a mi cintura y comenzó a andar hacia el auto moviéndome a él como si de un baile se tratara, con movimientos suaves. Abrió la portezuela, puso una mano sobre mi cabeza para que no me diera con el techo y me invito a entrar al auto y sentarme, cerró la puerta y le escuche entrar y cerrar la suya.
Continuara...

Isaboa.