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martes, 11 de diciembre de 2012

Cita a ciegas 3º parte.








Le oía trastear con cajas de Cd hasta que  pude escuchar una música clásica de fondo, reconocí que tenía buen gusto. Íbamos en silencio cuando  carraspeo.
-quítate las bragas
- ¿Cómo?
_ Dame tus bragas. Ahora.
No reaccione, me quede helada, pero al instante sin saber porque me arquee en el sillón y deje que mis bragas resbalasen hasta mis tobillos, las cogí y  estire las manos hacia la izquierda para dárselas.
El las recogió de mis manos, sentí sus dedos firmes aferrarlas. Y en un susurro me dijo:
—Gracias, a partir de este momento, harás únicamente cuanto yo diga, si te pido u ordeno algo lo ejecutarás de inmediato y sin protestas. Puedes en este momento no aceptar esta condición, si lo haces daré media vuelta y te dejare donde te recogí, si aceptas gozarás como nunca antes lo has hecho. Tu única obligación es obedecerme. ¿Te llevo donde te coja o sigo camino? Me dijo con esa voz suya ya en un tono menos de susurro por lo que puede notar mejor el tono de su voz, masculina y penetrante. No sé como seria lo demás pero esa voz me cautivo.  Moví la cabeza como si quisiera despejarla y le dije continua, acepto. Después fuimos en silencio, escuchando música. Debimos de recorrer  al menos 50 km, claro que como llevaba los ojos vendados no sabía a ciencia cierta cuanto tiempo paso. Empecé a inquietarme y el debió de notarlo porque muy dulcemente y en un tono muy agradable me dijo que ya estábamos llegando, que no me preocupara. Y así fue, sentí como paraba el coche, se bajaba y se dirigía a mi lado para abrirme la puerta y ayudarme a salir. Le di las gracias y el cogiéndome por la cintura me movió  por lo que a mi parecer era un suelo pavimentado, en piedra o losa, como un camino de entrada a algún sitio.
Le oí tocar a la puerta dos veces y un cerrojo que al otro lado se corría. Dejando solo el sonido de una puerta chirriona que se abría y una voz que decía buenas mechos Señor le esperábamos.  Al traspasar la puerta note un frio que calaba mis huesos, no sé si por el frio que allí se respiraba o porque empecé a ser realmente consciente de que aquello podía ser una locura. Pero el adelantándose a mis pensamientos me susurro al oído, tranquila estas en las mejores manos, no dejare que nada malo te suceda. Ahora eres mía
Y sentí como un espasmo recorría mi cuerpo y mi respiración se aceleraba, el acerco su cara a mi cuello cerca de mi oído me respiro, sentí como su mano se cernía mas sobre mi cintura y oí su respiración algo jadeante. Eres mía, solo mía y para mi disfrute, harás todo lo que yo te diga, recuerda que estas aquí voluntariamente y que puedes irte cuando lo desees, pero si no haces lo que te diga, lo que sea no volverás a saber nunca más de mi y nunca sabrás lo que podrías haber sentido. Me cogió de la mano y tiro de mi con cuidado llevándome no sé dónde.
De pronto sentí calor, debíamos haber entrado en otra sala y allí hacía calor, se oía el crepitar del fuego, debía de haber una chimenea pues el olor a madera quemada envolvía mis sentidos. Me quito la venda de los ojos. El estaba detrás de mí, fui incapaz de mirar paralizada.
La sala era amplia, las paredes de piedra de pizarra, las paredes cubiertas por tela roja con unos apliques dorados terminados en unos grandes velones que derramaban cera sobre el suelo frio de piedra gris. Una alfombra roja con unos dibujos que no entendía dibujados en negro y una mesa de madera robusta junto con un sofá de orejeras cubrían la parte del fondo de la sala
A la izquierda en la pared sobresalían  unas grandes arandelas   y un poco mas allá había un recuadro de esos que se usan para las herramientas, pero lejos de tener destornilladores o martillos  tenia cosas que no sabía ni que eran, látigos, fustas, arneses de todo tipo, cadenas, y artefactos a los que no sabría  dar utilidad. A la derecha al lado de la chimenea había una especie de pequeño mostrador o barra de bar. En él una bandeja llena de licores y otra con vasos y una cubitera. Al otro lado de la barra una pequeña nevera y encima unos cuantos botes de cristal con frutos secos variados y cerrados como si de confitura se tratara de las abuelitas. Con una telita de cuadros roja y blanca y un lazo rojo para cerrarla.
Eres muy guapa dijo mi acompañante, aquí a la luz del fuego se aprecia mejor tu figura, tu pelo brilla. Eso es de mi agrado. Entonces le oí andar y ponerse frente a mí, mi corazón dio un brinco. Era un hombre muy atractivo. Alto, pero no excesivamente. Moreno con un corte de pelo moderno pero elegante, con canas que le hacían muy interesante, sus ojos de un azul intenso y profundo, sus labios carnosos pero con cierta finura en su dibujo, de manos grandes pero muy cuidadas, sus uñas de cine. Llevaba un suéter negro ajustado que dejaba ver el dibujo de un esplendido torso achocolatado. Un pantalón de vestir negro con un cinturón  negro con hebilla plateada. Sus zapatos negros de vestir, de punta elegante y brillante como recién comprados. Y como complemento un anillo, un sello con un rubí en su mano derecha. Parecia sacado de un sueño. Me estremecí y me alegre de haberle seguido.
Continuara...

Isaboa




2 comentarios:

  1. Hola Isaboa,
    cómo continuará? =)
    ufff, creo que debo dejar que se junten un par de partes, esto de la intriga me está matando!
    lei licores... mmmm interesante =)

    esperaré a la 4ta!
    bonita noche
    besitos

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    Respuestas
    1. bonita noche cielo y gracias por tu visita.La proxima sera mas calentita jjjjjjjj besitos

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